Ella se rindió a la evidente realidad, había pasado gran parte de la vida sola, sola, entre los que la rodeaban. Hoy sus días son mas solitarios aun si cabe. Mientras pagaba a la cajera del supermercado, se descubrió a si misma confesando intimidades a una extraña que solo conocía de pagar su cuenta. Se percato de estaba realmente mas sola que nunca lo había estado antes.
¿Cuanto hacia que no tenia una conversación con un conocido, un amigo?.
Esa era su realidad...la terrible soledad. Sino tenia con quien conversar, tampoco tenia quien le diera un sencillo abrazo, un beso amistoso en la mejilla, una breve caricia.
Estaba mas sola que aquel mendigo que bebía solitario en el banco de la alameda, el podía al menos conversar con otros mendigos cuando caía el atardecer...mientras que ella solo hablaba consigo misma, las únicas palabras que emitía su garganta, se limitaban a breves saludos de cortesía.
Aquella mujer brillante, inteligente, divertida que fue un día, había perdido en la senda de la vida, amor, amigos, familia.
Ahora paseaba solitaria por las calles, espectadora de una vida que la rozaba y pasaba de puntillas por su lado, dándole la espalda.
Solo era una mujer con cicatrices en el alma.®
1 comentario:
Somos muchos los que tenemos cicatrices en el alma, los que guardamos realidades ocultas. Me gustó un montón por tanto este texto. Un beso fuerte.
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